Introducción

Prácticamente a todo el mundo le ha sentado mal algún alimento en alguna ocasión, y existe una tendencia bastante generalizada a atribuir cierto tipo de síntomas (particularmente síntomas en la piel o síntomas digestivos) a “alergia” a algún/os alimento/s concreto/s. Probablemente ello obedece a lo fácil que resulta encontrar un alimento sospechosamente responsable: en efecto, si se tiene en cuenta que, por lo general, la frecuencia de comidas suele ser de 3-4 veces al día, es muy fácil que unos pocos minutos u horas antes de la aparición de cualquier reacción uno pueda encontrar algún alimento al que hacer responsable de dicha reacción. Sin embargo, no todas las REACCIONES ADVERSAS que se producen en coincidencia temporal con los alimentos son auténticas reacciones ALÉRGICAS.